Escuelas que transforman vidas
Por Luis Fernando Cateura
Gerente de Escuelas Agrícolas
Una “buena” educación se considera una de las mejores rutas para salir de la pobreza, pero en la mayoría de los países en desarrollo la educación técnica-vocacional no es buena ni de fácil acceso para aquellos jóvenes provenientes de familias crónicamente pobres. “Aprender haciendo, vendiendo y ganando” es una metodología disruptiva de nuestras Escuelas Agrícolas que prepara a los alumnos para el trabajo y los empodera para que continúen su formación.
Con el correr del tiempo hemos observado un preocupante desinterés por parte de los jóvenes hacia las actividades del campo. En Paraguay, pese a ser un país con vocación agropecuaria, solo el 10% de los matriculados en los colegios técnicos, corresponde a la matrícula en el Bachillerato Agropecuario.
El problema se va agravando por el hecho de que los sistemas educativos nacionales sufren una escasez crónica de fondos y, como resultado, no hay suficientes plazas en las instituciones secundarias, la calidad de sus programas es muy baja y, a menudo, cobran tasas que Suelen impedir que muchos jóvenes de bajos ingresos accedan a una educación digna.
Sumando la falta de infraestructuras adecuadas y el acceso limitado al financiamiento las barreras acrecientan para la participación juvenil en la agricultura. La inversión en el desarrollo de tecnología rural y el apoyo financiero a los jóvenes rurales podrían mejorar las condiciones y hacer que la opción agrícola sea más atractiva y viable.
En medio de la crisis educativa, Fundación Paraguaya creó hace 21 años un modelo educativo disruptivo y que no recibe ningún tipo de subsidio estatal para ser la solución a varios de los factores citados, brindando oportunidades de innovación y emprendedurismo para empoderar a los jóvenes y luego ellos podrán fortalecer la economía familiar y el sector agrícola.
En nuestras Escuelas Agrícolas de Cerrito, Belén y Mbaracayú impulsamos una educación con una combinación única de capacitación académica y técnica, donde los jóvenes provenientes de áreas rurales y semirrurales aprenden haciendo, vendiendo y ganando, permitiéndoles saber cómo generar ganancias para contribuir sustancialmente a cubrir los costos operativos y tener una educación de calidad.
Además de la formación técnica, también fortalecemos el desarrollo de las habilidades blandas, como la capacidad de trabajar en equipo, la comunicación efectiva y la resolución de problemas que son esenciales en un entorno laboral dinámico y colaborativo.
Creemos que fomentando el espíritu emprendedor en el sector agrícola puede ser clave. La creación de programas que brinden a los jóvenes la oportunidad de iniciar sus propios negocios agrícolas, combinando la tradición con la innovación, podría ser un enfoque efectivo. Esto no solo revitalizará las actividades del campo, sino que también contribuirá al desarrollo de la comunidad local.
En nuestras Escuelas Agrícolas se hace posible el desarrollo de estas habilidades a través de la vivencia o pasantía que realizan los jóvenes en las unidades de práctica demostrativa, que le permiten una vivencia muy cercana al mundo laboral.
Además, el enfoque escolar ofrece una gran cantidad de oportunidades de aprendizaje, como la educación financiera y emprendedurismo, a través de la comercialización y ventas de los productos que se elaboran en las diferentes unidades didáctico-productivas de la escuela. Además, el joven culmina su etapa de formación presentando un plan de negocios que puede implementar en su comunidad, de esta forma fomentamos su arraigo.
Los profesores también aprenden nuevos métodos de enseñanza que les permiten enseñar mejor. De hecho, para mejorar las habilidades de los docentes, utilizamos las mismas técnicas de aprendizaje experiencial con el que buscamos que los docentes aprendan creando círculos de aprendizaje donde compartan las buenas prácticas y con capacitación. Los planes de clase incorporan ejemplos de la vida diaria aumentando la comprensión de los jóvenes.
El futuro dependerá de que los jóvenes tengan oportunidades a conocimientos y habilidades para que encuentren o crean su propio empleo decente. La formación agropecuaria, ante los desafíos de la sostenibilidad y gestión eficiente de los recursos naturales aportarán a que estos recursos humanos sean calificados y nos ayuden a salir adelante en este país con liderazgo y valores.